Sí a ti, ¿y si te dijera que te quiero?
Con tus virtudes y defectos que te hacen único y diferente, con tus manías e incongruencias, no me importan, pues veo en ti cientos de cualidades y atributos que admiro y te hacen especial. A veces me enojas a menudo me emocionas. Hoy porque es viernes, mañana porque brilla el sol, pasado porque vuelve a subir la luz. Te aprecio y construyes mi vida, no me duele ni me molesta decírtelo, más bien me enorgullece; Te quiero.
¿Por qué incluso en nuestros familiares y amigos de toda la vida que tanto queremos constantemente resaltamos sus contados defectos y manías sobre todos los demás atributos positivos? ¿Por qué etiquetamos y juzgamos a desconocidos a primera vista? ¿Por qué no mostramos y transmitimos abierta y honestamente nuestros sentimientos y afecciones? ¿Por qué es tan complicado decir ‘te quiero’?
Cuando viajas a zonas remotas o subdesarrolladas, una de las características que más impactan al contactar con los habitantes locales es la inocencia. Nadie te va a juzgar por tu forma de vestir, hablar o por tu corte de pelo, sino que habitualmente vas a ser tratado desde el primer momento con respeto y admiración. Normalmente, cuanto menos contacto tenga con la civilización una determinada comunidad, más puro será el corazón de sus miembros. No acostumbran a esconder sus sentimientos, sean buenos o malos y a menudo te ofrecen lo que tienen, ni más ni menos.
Esa honestidad brutal es en sí una auténtica revolución, pues causa un impacto que te empuja a reflexionar y replantearte la forma de valorar a nuestros semejantes y expresar nuestras emociones, así como a descubrir el poder que tiene nuestra forma de actuar a nuestro alrededor como arma sugestiva de evocaciones positivas.
Este comportamiento tan simple, inocente y a la vez conmovedor de comunidades humildes situadas un paso al margen denota claramente que el ser humano es bueno y positivo por naturaleza, pero que esta sociedad competitiva nos acaba restringiendo y limitando las capacidades afectivas.
Si crees en un mundo mejor, en la paz, en el ser humano y en los mensajes inspiradores de las imágenes de Facebook que publican tus amigos y en los que haces clic en ‘me gusta’, no me creo que te resulte tan complicado mirar hoy fijamente a los ojos de uno de tus amigos o familiares y decírselo. ¿Por qué no pruebas y contemplas el impacto tan poderoso que tienen las palabras bellas y honestas? ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Qué la persona a la que se lo digas sonría abiertamente? ¿Qué te abrace? ¿Qué devuelva el ‘te quiero’?
Creo que merece la pena intentarlo, hoy puede ser un maravilloso día para comenzar a resaltar las facetas positivas de los que nos rodean, hacérselo saber y observar como de repente la vida se inunda de sonrisas y color. Ser capaz de llevar a cabo una auténtica revolución cada día con tan solo dos palabras, eso amigo, eso es magia.
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