Tú eres la revolución
Corren tiempos revueltos, no hay duda de ello y tras viajar tratando de involucrarme siempre lo máximo posible en las culturas locales me he percatado de algo tan sorprendente como consternador. Allá desde donde estés leyendo este artículo te costará creer lo que te voy a decir, pero sí, la percepción que tienes de los problemas que crees que golpean solo a tu país en este momento es exactamente la misma que tiene la mayoría de la gente en sus respectivos países.
¿Crees que los políticos de tu país son los más corruptos del mundo?
¿Consideras que el desempleo juvenil es un problema terrible?
¿Que la sanidad se está convirtiendo en un servicio cada vez más privado y exclusivo?
¿Sientes que cada día hay más manifestaciones y gente descontenta?
¿No te da la impresión de que antes era todo más auténtico y entretenido y que la ley es cada vez más restrictiva?
Pues bien, eso es exactamente lo que piensan tanto peruanos, como españoles, indonesios, británicos, tailandeses, griegos e incluso canadienses. Algo que me ha hecho llegar a la conclusión de que el problema y principalmente la solución se encuentra en nosotros. Ya es hora de dejar de quejarnos de que todo va mal y pasar realmente a la acción. Tú amigo, tú eres la revolución.
La crisis de valores que azota a nuestra civilización se ha convertido en algo tan global que da la impresión de que cualquier movimiento o acción va a ser en vano, de que es imposible cambiar la situación. Además, el hecho de vivir en la era de la información y la comunicación nos permite descubrir a menudo historias increíbles de personas extraordinarias que llevan a cabo algún tipo de actuación que no solo tiene especial relevancia sino que además denota tintes épicos y conmovedores. Estos hechos nos hacen pensar que cambiar el mundo es algo inalcanzable para nosotros. Nada más lejos de la realidad.
Como ciudadano, eres concebido como ‘consumidor’ para el sistema y, por lo tanto, una de las armas más potentes que tienes es elegir tu forma de ‘consumir’, algo que haces todos los días de tu vida y que puede realmente afectar a las marcas que forman las corporaciones manejando el rumbo de la sociedad. Normalmente, los más adinerados consumen entre ellos; el director de una gran compañía compra el coche de lujo a una compañía muy poderosa, almuerza en los restaurantes más exclusivos donde el dueño también es millonario, pasa las vacaciones en el resort de lujo de otro empresario tan opulento como él, etc. Así, se puede decir que existen dos grupos financieros en el mundo: nosotros y ellos. Cada vez que eliges consumir en una cadena alimenticia en lugar de en un restaurante local, cuando adquieres todos tus alimentos en una cadena de supermercados en lugar de en las fruterías, panaderías, pescaderías, etc. de tu barrio, al comprar ropa de marcas internacionales en lugar de prendas hechas mano y en resumen cada vez que decides consumir en cadenas y multinacionales estás haciéndoles más ricos y poderosos a ellos y menos a nosotros. Riqueza es poder y poder es decisión, tan simple como eso.
Así, enfocar tu forma de consumir es claramente un modo de revolución que puedes ejercer cada día, pero no es la única. Un mundo mejor es posible y nosotros somos la clave para alcanzarlo, pero para que la gente esté en disposición de llevar a cabo labores humanitarias, acciones comunitarias de forma desinteresada y otras actuaciones que pueden hacer el mundo un lugar un poco mejor, necesitan motivación, inspiración, felicidad, alegría.
Nuestro estado anímico lo forman las personas que nos rodean, algo que funciona igual en la dirección contraria. Tú formas e influencias la moral de aquellos que te rodean cada día y ahí radica otra herramienta poderosa de rebelión y cambio. De la misma forma que cada día eliges tu forma de consumir, también decides tu manera de actuar. Cada vez que te comunicas con una persona o incluso al cruzar miradas, tú decides si prefieres hacerlo de cualquier manera o sin en cambio optas por regalar una sonrisa, hablar de manera positiva y tener una influencia beneficiosa en tu semejante.