No quiero que haya un término para algo que debería ser un gesto tan natural como respirar, no quiero pensar en cuánto me queda si doy una parte, ni dudar de la necesidad de alguien a quien puedo ayudar sin más. Sueño con destruir estereotipos y prejuicios por los que se juzgan a aquellos que dan sin esperar nada a cambio, con regalar cuando me apetezca y no cuando me sea dictaminado. Por favor, eliminemos “compartir” del diccionario.

Eliminemos 'Compartir' del diccionario

Algunos defienden el valor de sus pertenencias ensalzando bienes tan efímeros como incluso bebida o comida porque “se lo han ganado con su esfuerzo”, y lo último que yo haría sería juzgar el empeño de cada uno, pero esa afirmación me resulta tan ilusa como injusta, ¿o acaso tu vigor y sacrificio habrían servido igual si hubieras nacido en el cuerno de África, sin una pierna o habiendo crecido siendo maltratado por tus padres?

 

Piénsalo, si los que no tienen nada lo ofrecen todo sin dudar, ¿por qué nosotros que hemos sido tan agraciados y afortunados, tenemos la necesidad de crear y utilizar el término “compartir” como recompensa social por la que sentirnos orgullosos de una buena acción, cuando en realidad no es tal, sino que es algo propio e inherente de la naturaleza humana?

Siempre que he viajado a comunidades desfavorecidas me ha maravillado cómo lo comparten todo

Hallándome en una isla de Indonesia filmando un documental llegué a una aldea de montaña remota tras varias horas caminando, denotando visibles rasgos de hambre y agotamiento. Tras un par de minutos caminando entre las chabolas del poblado, una mujer local me invitó a subir a su casa con el pretexto de ofrecerme alimento, aunque en realidad estaba a punto de regalarme una de las lecciones más brutales de mi existencia.

Es un hecho: las personas humildes comparten más y mejor

Después de descalzarme en la puerta me adentré en la salita principal y senté en el suelo de madera junto a sus tres hijos, todos visiblemente menores de diez años, que observaban y tocaban con fascinación mi equipo audiovisual. Al cabo de unos minutos, la mujer entró con un bol de arroz, lo depositó en el suelo y llevó a cabo un gesto que provocó mi consternación en ese instante y que jamás olvidaría: con un tenedor dividió el arroz en dos partes iguales, sirviendo una de ellas en mi plato y depositando la restante entre los platos de sus tres hijos. Ni preguntó, ni sonrió como muestra de complicidad, ni hubiera servido de nada que hubiera manifestado mi renuncia a tal reparto de comida, pues, a pesar de que era evidente que tan solo el equipo que llevaba valía más que todas las pertenencias de la familia, casa incluida, sin cavilar y de forma natural, me acababa de ofrecer la misma cantidad de arroz que a sus tres hijos quedándose ella sin probar bocado.

 
 
 

Ofrecer siempre, dudar nunca, juzgar jamás. Decide entre pensar que te mereces tus pertenencias o que es una suerte y privilegio que las tengas. En un acto de demencia, comete la osadía de revisar tus posesiones y simplemente entregarlas sin más a quien no las necesite. Entonces tal vez, tu demencia se transforme en disparate y puedas por fin eliminar el término ‘compartir’ de tu diccionario.

La amistad suele ser un buen pretexto para compartir sin miramientos